Tal vez no lo hayas pensado, o puede que alguna vez en tu cabeza haya resonado la duda.
Pero, posiblemente, eres un mal jefe.
Y sí, me atrevo a decírtelo sin ningún tipo de reparo, incluso sin conocerte de nada. Eres un mal jefe.
Lo eres, y posiblemente nadie te lo haya dicho hasta ahora a la cara. Aunque sí más de una persona lo haya pensado, o incluso cuchicheado a tus espaldas.
La buena noticia es que de ser un mal jefe se sale. Y el primer paso para ello, como en todo, es reconocer qué te ha llevado a este punto.
Razones por las que eres un mal jefe
Nos han vendido la idílica imagen del liderazgo con jefes extraordinarios, que llegan a todo como si tuvieran superpoderes.
Que saben solucionar problemas, tomar buenas decisiones a la primera, y tener a todo su equipo feliz y contento.
También se habla mucho de jefes que no lideran y líderes que no son jefes, pero de eso os hablaré en otro momento..
En la idea que me quiero centrar hoy es en la de que un jefe es humano. Sí, tú, además de jefe, eres una persona humana, en carne y hueso, y por lo tanto, es imposible que seas perfecto.
Por eso, es elemental ser humilde. Ya os lo compartí hace unas semanas, pero creo firmemente que no se inspira mostrando lo grandioso que eres, se inspira haciendo ver a cada persona de tu equipo lo grandiosos que son.
Serás un mal jefe si no aceptas que tus habilidades son las que son. Y aunque puedes trabajar en ellas, y mejorarlas posiblemente, llegará un momento en el que te toparás con un límite.
No, no puedes ser bueno en todo. Lo siento, pero es irreal.
¿Quiere decir esto que si eres un mal jefe estás destinado a seguir siéndolo? Por supuesto que no.
Está en tu mano poder identificar qué es lo que puedes cambiar, qué habilidades te faltan por potenciar, y lo más importante y nadie suele decir: qué hacer con toda esa parte a la que te va a ser imposible llegar.
¿Qué es lo que te está haciendo un mal jefe?
Si haces una búsqueda rápida en internet, verás que las características de un mal jefe son personas que meten miedo, humillan, no saben tratar con su equipo, desconfían, solo aceptan sus propias ideas, no respetan el tiempo libre… Y un sinfín de cosas totalmente obvias.
Y tú me dirás: “Pero si yo no hago nada de eso, ¿cómo puedes argumentar que soy un mal jefe?”.
Pues bien, porque todo esto es evidente, como te decía.
Lo que no es tan fácil es saber detectar qué es lo que en tu caso puede estar debilitando tu papel como jefe, y por tanto, como autoridad. A ver si te suena algo de esto:
- Tienes problemas para delegar, y todo lo quieres hacer tú porque si no no queda bien hecho.
- Tratas de interpretar un papel que no tiene nada que ver contigo.
- Eres demasiado flexible con los errores del equipo, tanto que a veces parece que no hay nadie al timón.
- Te enteras de las cosas demasiado tarde, cuando ya no hay remedio ni solución (u otros lo han solucionado por ti).
- Tu equipo no tiene claras las metas ni los objetivos, y simplemente ven su trabajo como un empleo y nada más.
- Te frustra equivocarte en algo porque no tienes permiso para hacerlo. Para algo eres el jefe.
- Tomas decisiones poco acertadas, o siempre dudas o te cuesta muchísimo saber si hacerlo de forma participativa, o más bien autocrática…
En ningún momento tratas mal a tus empleados, ni dejas de cumplir con tus responsabilidades, ni haces lo que no se debe hacer.
Pero aun así, ser jefe es algo complejo, seguro que sabes de lo que te hablo. Y hay una lista inmensa de características para ser “el jefe perfecto”.
Por eso mi objetivo con este post es que entiendas que cualquiera puede ser un buen jefe, al igual que puede ser uno mediocre, o uno definitivamente malo. Pero ninguno, créeme, podrá ser perfecto.
Tu capacidad (o no capacidad) de ser transparente, ser una persona auténtica, resolutiva, organizada, enfocada hacia los objetivos y que sabe comunicarse va a influir, claro que lo hará.
Pero para mí, es más importante saber dónde están nuestros límites, aceptar que no tenemos una capa de superhéroe, y que como jefes tenemos que ser lo suficientemente inteligentes para que todo eso a lo que no llegamos no se quede sin cubrir.
Porque si no eres capaz de esto ultimo, sin duda, serás un mal jefe.